Racismo y estigma hacia los “jaqis y runas”, una tarea por afrontar
Antropólogo aymara
El racismo es una construcción social y un producto cultural que aún se expresa en los diferentes contextos de la realidad peruana, es la suma de complejos, desmemorias y la ingenuidad de la imagen del “otro” que sigue vigente en el Perú como un lastre del rezago colonial, a pesar que existen normas que han sido elaboradas para sancionar la discriminación, que siguen siendo letra muerta.
Si quienes procedemos de los pueblos andinos y amazónicos, nos ponemos a dar testimonio de nuestra experiencia sobre la discriminación sería aterrador y de nunca acabar, porque es una tara que vive en la mentalidad de mucha gente, inclusive con más énfasis en gente de nuestros propios pueblos que por diversos motivos se han blanqueado y “chuñificado” como “grindios” y se han convertido en potenciales racistas, hacia sus propios hermanos. Pensar, que ello sólo ocurre en grandes urbes, no es tan cierto, sabemos que sucede en todos los ámbitos de la vida cotidiana, y sucede también en el mundo aymara.
Vemos y apreciamos con mucha preocupación, cuando escuchamos los diversos medios de comunicación de la capital de la República, a personajes que ocuparon altas responsabilidades en los diversos estamentos del Estado, profesionales que se formaron en universidades prestigiosas del Perú y del mundo, a quienes han sido candidatos o son autoridades de los diferentes niveles del gobierno, sin la voluntad de reconocer y aceptar la diversidad cultural y lingüística del Perú. Siguen actuando con esas actitudes racistas y estigmas a los “jaqis”, “runas” y “selváticos” minimizando sus actos y viéndolos aún con las viejas categorías y estigmas como: “indios”, salvajes, “radicales”, entre otras, los cuales se reproducen en diversos contextos de la vida cotidiana.
Obviamente, existe mucha gente o sectores de población que comprenden y reconocen el aporte y la sapiencia de nuestras grandes culturas, cuyos hijos son hoy hombres y mujeres que tuvimos la oportunidad de estar en diversos espacios y contextos nacionales e internacionales, donde compartimos con gente de no tiene esa riqueza y sabiduría que tiene nuestros pueblos, pero ellos tienen un aprecio y estima por nuestras formas de ser y por nuestras lenguas, inclusive valoran y encarnan con más convicción y pasión, me acuerdo de grandes hombres de la academia como: Carlos Ivan Degrégori, Aníbal Quijano, Gonzalo Portocarrero, entre otros, quienes desde sus diferentes obras supieron encarnar y encarar esta problemática, sobre todo en Perú.
Me acuerdo que cuando regresaba el año 2006 de Europa fui invitado para una ponencia en una universidad limeña, pero fui echado por la recepcionista, allí conocí al maestro Gonzalo Portocarrero y conversamos sobre este tema en nuestra conversación. Del mismo modo una vez fui echado de un auditorio por el responsable de Imagen Institucional de mi universidad, e igual recibimos insultos casi constantemente, pero lo cierto es que tomamos como de quien viene. En suma, es una asignatura que hay que afrontar, con coraje y en el marco de respeto de “todas la sangres” como soñaba nuestro maestro Arguedas.