Opinión

Retrocediendo

Por José Luis Vargas Gutiérrez

Sociólogo

Retrocediendo Foto: Onpe

Ha transcurrido un año y pico de la crisis sanitaria. Pareciera que luego de todo este tiempo, algo hemos avanzado, pues ya no somos los espantados que al inicio acatamos el confinamiento sin chistar e hicimos que tanquetas y soldados armados, sea parte del paisaje urbano, e incluso avalamos la dureza con el que “guerreaban” a la peste. Es más, creemos que hemos avanzado al salir de casa y reencontrarnos con la congestión y bullicio de siempre, con la única diferencia de ver a todo el mundo con barbijos; y si a eso le sumamos la noticia que ya se inventó la vacuna, que nos inmunizará algún día, entonces no habría duda que la guerra está ganada. Sin embargo, no es así: no avanzamos nada; al contrario, estamos retrocediendo.

Para corroborarlo, basta ver los números de terror que nuevamente nos pone en la punta de los países con el peor manejo sanitario; o las imágenes dantescas de las colas por conseguir camas UCI o un simple balón de oxígeno. En resumen, en el campo sanitario, estamos peor que el año pasado; hemos retrocedido, con el añadido que pareciera que ya le perdimos el miedo a la peste o nos hemos acostumbrado a que la parca nos sople la nuca.

Otro síntoma de ese retroceso, lo constato con las relaciones crispadas que experimentamos día a día, tanto en el círculo amical como familiar, producto del desgaste emocional y psicológico causado por el agotador encierro, y que se ha multiplicado exponencialmente en las últimas semanas por nuestra política nacional. Es decir, al ya difícil trato humano que debemos poner en práctica, sobrellevando la carga de la pena por el familiar ido, el trabajo perdido o la economía quebrada, ahora tenemos que aguantar el ejercicio de moda en nuestro país: vilipendiar o ser vilipendiado por opinar, a favor o en contra, de los finalistas del proceso electoral. ¿Quiénes?, dos políticos que, siguiendo nuestro historial presidencial de los últimos lustros, terminarán presos o fugados en el 2026.

Estas refriegas anodinas son la mejor muestra del retroceso que hemos tenido en el combate contra la peste, puesto que, a diferencia de los males estructurales que hoy no podemos cambiar, lo que sí está en nuestras manos es hacer de la tranquilidad, buen trato y solidaridad, la base transversal de nuestras relaciones sociales. Para lograrlo, y lo dice la propia OMS, hay que desconectarse lo más posible de los medios masivos de comunicación, justamente para no ser atacado por el miedo, angustia y estrés. Creímos haberlo logrado; sin embargo, veo a familiares y amigos más pegados, no sólo a los medios y redes sino al peor de sus frutos: los bulos y alarmismos que hoy nos tienen con los pelos en punta.

La expresión más execrable de esa refriega anodina, y por tanto, el mayor de los retrocesos que venimos experimentando, es la causada por nuestra política y en especial por los finalista electorales. Es decir, cuando creímos que ya nos habíamos dado cuenta que nuestra política está mayormente copada por una sarta de inútiles, delincuentes e idiotas, representados hoy en la figura de quien justamente hace un año fue nuestro mandatario, Martín Vizcarra; cuando creímos pues, que habíamos aprendido, mostramos orondos nuestro mayor retroceso, eligiendo, precisamente, y con la mayor votación, a lo que hoy representa el ex mandatario moqueguano: inutilidad, corrupción e idiotez.

Así estamos a un año de la peste: con mayores cifras de infectados y muertos; con un sistema sanitario colapsado, una economía y educación agonizante; unas autoridades nacionales y locales que ya no se ruborizan al exhibir su incapacidad… y nosotros, confiando en dos impresentables políticos presidenciables, enfrascados en vendernos paraísos imposibles, sin tener en cuenta el desastre de país que heredarán.