Se metieron con la generación equivocada
En memoria de Inti Sotelo Camargo y Jack Bryan Pintado Sánchez, héroes del bicentenario
“Se metieron con la generación equivocada”, “Congreso de ratas”, “Bicentenario de la corrupción”, “Esto recién empieza carajo”, “Nos quitaron todo…hasta el miedo”, “El estado no puede cambiar la corrupción porque la corrupción es el estado”, “El virus es el estado”, “No se trata de Vizcarra, se trata del Perú”, “Merino pendejo acaba el colegio”, "Hoy nos robaron la calidad educativa, mañana qué sigue?", "Fuera dinosaurios!". “Saquen a los boomers de congreso, ahora”, “Merino no renunció fue echado por delincuente del palacio”, “Por Inti y por Bryan, por mis hijos, fuera corruptos del congreso”, “Mamá, salí a defender mi patria, si no regreso me fui con ella. Te amo!” son algunos de los slogans que aparecen en muchos carteles de la marchas y en múltiples hashtags de las redes sociales desde los primeros días de las movilizaciones que echaron del palacio de gobierno a Merino y a su asociación ilícita para delinquir.
“Merino Asesino, la cárcel es tu destino” y los demás lemas, son también consignas que corean miles de peruanos en las calles, en estos días de insurgencia pacífica, desobediencia civil, protesta ciudadana, defensa de la dignidad nacional. Marchas pacíficas y hasta festivas, con esa creatividad por momentos inocente, pero con la lucidez de la gente joven de una nueva generación que entra de lleno en el devenir histórico del Perú. Esta marcha ha sido manchada con sangre por asesinos de una clase política añeja y corrupta que fue conducida por un títere zombi de mirada adormecida y gesto congelado en un rictus opaco y tenebroso, cuyo nombre es Manuel Merino de Lama a quién se le deberá recordar en la lista de los infames que pisaron ese palacio que nunca ha representado a la mayoría de los peruanos.
Estas consignas, que resuenan con el célebre Discurso del Politeama, pronunciado por Manuel González Prada, frente al presidente Andrés Avelino Cáceres, en 1888 y que tenía la intención de convocar a la lucha social para renovar la política con la búsqueda de una nueva constitución que correspondiera a los intereses de las peruanas y de los peruanos de ese tiempo. Este discurso apelaba a la fuerza de la juventud, rescatando esa potente energía que ella contiene. Son consignas que en estos momentos están haciendo eco en la cabeza y el sentimiento de las nuevas generaciones de peruanos y peruanas y de todos los que estamos indignados e indignadas por los últimos crímenes de la clase política refugiada como una banda de delincuentes en el Congreso: Decía González Prada, hace un siglo: “Nuestra forma de gobierno se reduce a una gran mentira, porque no merece llamarse república democrática un Estado en que dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley (Horas de Lucha, 1908)”, “Y la protesta en masa o colectiva no puede venir sin haber sido iniciada por una serie de protestas individuales: muchísimos seguirán el ejemplo, cuando algunos empiecen a darle.(Páginas libres, 1894)”, “Hay que sanearse y educarse a sí mismo, para quedar libre de dos plagas igualmente abominables: la costumbre de obedecer y el deseo de mandar. Con almas de esclavos o de mandones, no se va sino a la esclavitud o a la tiranía (Páginas libres, 1894).
Hace 20 años, en otras marchas memorables para sacar a otros políticos delincuentes de la derecha peruana, agrupados por la mafia de Fujimori, murieron seis peruanos y es terrible que ahora volvamos a llenarnos de dolor e indignación una vez más. ¿Hasta cuando tendremos que lamentar más muertes de seres humanos inmolados en una lucha contra la irresponsabilidad y la ambición económica de los viejos políticos? “Vamos pueblo carajo, el pueblo no se rinde carajo”, “Y va caer, y va caer, la dictadura va caer” se coreó entonces, mientras corríamos por las calles, atosigados por los dañinos gases lacrimógenos y con los cuerpos ensangrentados por los perdigones. En esa ocasión la dictadura cayó y su cabeza visible está en la cárcel. Hoy se han vuelto a escuchar las mismas consignas, con la misma fuerza, porque día a día vemos como los políticos toman la infraestructura y los recursos del Estado para tratar de engañarnos, haciendo sus cortinas de humo con la ayuda de gran parte de la prensa amarilla que también recibe su parte del botín. Pero obviamente se engañaron antes y se engañan ahora, se mienten a así mismos y luego, tarde o temprano, terminan en la cárcel.
Esa fuerza expresada en las calles por los y las muchachas que salieron a defender su dignidad, vía el sudor de sus cuerpos y el latido acelerado de sus corazones, es una fuerza que viene del futuro y tendría que ser canalizada de modo que no tengamos que repetir la desgracia que las familias y todo el Perú está viviendo por las muertes de Inti Sotelo Camargo, estudiante de turismo, y de Bryan Pintado Sánchez, estudiante de mecánica, nuestros héroes del bicentenario. Hay además cientos de heridos y una decena de desaparecidos, acerca de los cuales debemos estar alertas, para exigir que aparezcan sanos y salvos.
Todos conocemos los nombres de los 105 congresistas responsables de la crisis, los de sus grupos políticos, todos ellos cómplices del asesinato de estos dos jóvenes como ya es consenso entre los y las peruanas. La lógica indica que no los veremos nunca más en el Congreso, pero eso es solo un deseo. “Merino asesino”, Ántero Flores-Aráoz, Víctor Andrés García Belaunde, alias “Vitocho” y todos sus ministros que deben pagar con la cárcel por su intento de asalto al país y su plan conspirativo que deberá quedar a la luz pública, por medio de las investigaciones de la prensa heroica y por el poder judicial.
Estos señores y señoras líderes y congresistas son cómplices también de la desgracia nacional, no sólo de los asesinatos cometidos contra Inti y Bryan, sino de la propagación del virus que irremediablemente se habrá dado en las marchas. Estos delincuentes no fueron capaces de contener sus apetitos miserables, ni siquiera por respeto a la vida de millones de personas, en un momento que el coronavirus ya estaba siendo controlado en sus contagios durante las últimas semanas. Felizmente y para salvar la institucionalidad en el Congreso quedaron un puñado de políticos ecuánimes que no se dejaron tentar por la miseria del golpe y votaron en contra de esta infamia, a ellos también se les debe la poquísima cuota de dignidad que no bebe desaparecer en nuestras instituciones democráticas.
“Se metieron con la generación equivocada” dicen los jóvenes que están saliendo a las calles asqueados por el congreso y los políticos que, en una línea de ascendencia, vienen gobernado el país desde el inicio de la República y que el próximo año celebrarán el bicentenario de una corrupción institucionalizada que ha saqueado al Perú durante siglos y lo ha mantenido en la pobreza por la fuerza de las armas y de la corrosión de sus instituciones. Tremenda equivocación de los viejos corruptos, que se metieren con una generación que no los dejará tranquilos, no sólo simbólicamente como lo están haciendo en estos días, sino hasta que paguen con la cárcel sus fechorías.
Esta es una generación a la que será difícil de engañar, con las conocidas estratagemas de los seudo-representantes del pueblo que compraron el voto de gente pobre, dándoles “tápers”, dinero o engatusándoles con mil otras trampas. Esta nueva generación cuenta con recursos muy variados como para seguir exigiendo justicia, más allá de las marchas. La lucha ahora debe convertirse en lograr que los culpables sean sancionados moralmente y judicialmente. Estos recursos vienen de su manejo de internet y de las redes sociales. Hay miles de registros de cómo la policía, con su grupo Terna, ha arremetido en contra de toda una generación. Esta nueva generación cuenta con sistemas de comunicación que los congresistas ni siquiera imaginan. Su capacidad de intercambiar información vía mensajes trans-media es veloz y eficaz; Facebook, Instagram. De igual manera la creación de plataformas virtuales, de apps, como Survive o Tik Tok y de otras redes ha sorprendido a Merino y sus secuaces y seguirá siendo, lo que ellos llaman, “la organización digital”, su instrumento de lucha.
A estas alturas en que el país, como cuerpo extendido, se siente victorioso por haber expulsado al golpista y al mismo tiempo con una profunda tristeza por la mutilación de sus partes con la muerte de Inti y de Bryan, quedan dos alternativas, para que los muchachos y muchachas regresen a sus casas más tranquilos. Una es que en estos días el Tribunal Constitucional declare nula la acción ilícita del Congreso y todo su intento golpista quede en cero. Esta opción posibilitaría que Vizcarra regrese a palacio por los meses que le quedan, sin que las investigaciones pendientes dejen de seguir su curso. La otra opción que ya se viene manejando es que el congreso, dejando sus juegos mafiosos elija de una vez, entre el grupo de congresistas que votaron en contra del golpe a una nueva o a un nuevo presidente, como lo intentó ayer domingo, en la una lista única que no alcanzó los votos requeridos, desperdiciando la posibilidad de que una de la pocas congresistas honestas y preparadas, como Rocío Silva Santisteban, asumiera la presidenta del congreso y por extensión la del Perú. Esta hubiera sido la alternativa más idónea para que se impida, prontamente, más derramamiento de sangre y más contagio del coronavirus, pero una vez más por culpa de este congreso y su mayoría corrupta, hoy estarán, nuevamente, más peruanos y peruanas arriesgando sus vidas en las calles del Perú.