Siembra y cosecha de agua: ¿mito o realidad?
Antropólogo de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y y Educador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
gabo.gomeztineo@gmail.com
Cuando el candidato Pedro Castillo habló de la siembra y cosecha de agua en el ultimo debate presidencial, como una propuesta en su plan de gobierno, los simpatizantes de Fuerza Popular comenzaron a burlarse acusándolo de ignorante, arcaico y ficticio, frente a ello inmediatamente otros ciudadanos les respondieron rápidamente, confirmando su existencia, y que en el Perú hubo y hay iniciativas y experiencias exitosas impulsadas desde el sector privado, y ahora por el Estado.
La siembra y cosecha del agua es una práctica ancestral y totalmente vigente que actualmente viene realizando el Estado a través de políticas púbicas a nivel local y nacional. Por ejemplo, el Gobierno Central a través de Ministerio del Ambiente viene impulsando el programa “Sierra Azul” que trabaja de manera articulada con los gobiernos locales y está implementando proyectos de siembra y cosecha del agua con técnicas ancestrales en territorios comunales que se encuentran en las punas.
En el caso de Ayacucho, existe una experiencia muy exitosa que se encuentra en la provincia de Cangallo, distrito de Chuschi, comunidad campesina de Quispillaccta donde la Asociación Bartolomé Aripaylla (ABA) liderada por las hermanas Machaca lograron incluso ganar un premio internacional en la COP 20 en el 2014, por ser la experiencia más exitosa en esta práctica.
En ese sentido hablar de siembra y cosecha del agua, tiene una connotación muy profunda para las comunidades campesinas, su éxito esta basado en la cosmovisión andina, y por lo tanto según la racionalidad andina, encuentra sentido en una serie de aspectos simbólicos, religiosos y sagrados que hacen legitima esta práctica.
Por ejemplo el agua es un ser viviente en la cultura andina, y se le considera como la madre agua o yaku mama. Las personas que habitan los Andes del Perú consideran que los miembros de la naturaleza, entre ellos el agua, son seres vivos. El mundo andino es un mundo vivo, donde se da la simbiosis y reciprocidad entre todos los seres vivos, un mundo que ve como una armonía al entorno natural, es decir que todos los elementos de la naturaleza no excluyen porque cada uno es importante y tiene una función vital en ese mundo. El hombre es concebido no como un ser superior, sino como parte de un todo y como tal debe respeto a la naturaleza. Y como cada uno tiene su rol, el agua es el ser que genera vida, fecundando a la tierra año tras año. Además el agua en el mundo andino, tiene un sentido cuasi divino, por su condición de proveedor de vida, lo que le adscribe legitimidad y lo hace receptor de ofrendas y rituales como señal de agradecimiento. La vida cotidiana en la comunidad basa su práctica en el uso de la ritualidad como un elemento central que permite el dialogo y la armonización entre el hombre y la naturaleza, en especifico con el agua o madre agua como lo llaman los comuneros.
En contextos actuales en los Andes del sur la economía rural esta basada principalmente en la actividad agropecuaria, en la cual el agua juega un rol importante. Es muy preocupante el cambio climático, que esta generando estragos, es por ello que las comunidades buscan enfrentar la creciente escasez de agua, a través revivir la práctica ancestral llamada “siembra y cosecha de agua de lluvia”, la cual consiste en usar una técnica que almacena las aguas de lluvia en vasos naturales mediante la construcción de diques de piedra con núcleos de arcilla, lo cual permite el depósito de la lluvia en lagunas naturales. Con esta práctica, se consigue que el agua, al infiltrarse a través del subsuelo, alimente a los acuíferos que dan origen a pequeños manantiales, llamados puquios, con el objetivo de aprovechar el agua en las épocas de estiaje.
La siembra y cosecha del agua, se esta convirtiendo en estos días en una posibilidad de mitigar los embates del cambio climático. Las comunidades campesinas con conocimientos originarios han acudido a la recuperación de los saberes originarios, como la siembra y cosecha del agua como una alternativa que contribuye al bienestar y desarrollo comunal.
Cuando Pedro Castillo lo mencionó como algo importante para generar desarrollo y bienestar, no se equivocó, más bien puso en evidencia que recuperar e implementar estos conocimientos ancestrales -como una política pública de mayor envergadura- es necesario y urgente para el país y el mundo. La escasez de agua en los Andes, es muy penosa, y vemos como los manantiales, los ojos de agua, y los riachuelos están secándose.
Una vez que el Presidente electo Pedro Castillo asuma el mandato, esperamos que cumpla su promesa y comience a trabajar en recuperar los manantes del agua en los Andes e implemente estas practicas de siembra y cosecha del agua, aplicando el enfoque intercultural que es la esencia para el éxito y la sostenibilidad, para que los comuneros lo sientan como suyos y promuevan en toda la comunidad a fin de evitar que no sea ignorado por los tecnócratas, académicos que desde una perspectiva monocultural descalifican como algo existente y real.
Estaremos vigilantes hasta que el nuevo presidente cumpla su promesa, y de paso revindique estos conocimientos originarios saldando una deuda histórica con los pueblos y comience un nuevo diálogo de saberes como una alternativa democrática plurinacional y pluricultural.