Treguas traicioneras
Sociólogo
Como suele suceder con las sedes congresales de todos los países, nuestro Palacio Legislativo tiene una arquitectura diseñada para la solemnidad, el protocolo y la memoria de los acontecimientos históricos. Pero como esas sedes son lugares para políticos, y estos son muy humanos, a veces ocurren actos cuya solemnidad es muy discutible.
Uno de esos actos viene siendo el sainete político denominado “tregua” que inauguró el último miércoles un grupo de congresistas bufos y cuyo momento estelar fue el abrazo de Maria del Carmen Alva y Waldemar Cerrón, entre las columnas romanas, las esculturas griegas y los vitrales góticos del hemiciclo Raúl Porras Barrenechea.
Una "tregua" que nadie cree
Ese abrazo entre Alva y Cerrón ha quedado como el símbolo de una tregua entre los sectores a los que ambos están vinculados. La han explicado alegando una afirmación nueva: la prioridad debe ser trabajar en el interés de los peruanos y no en atacarse mutuamente.
Tal actuación, sin embargo, solo ha producido incredulidad, risa y burla por varias razones. Como muchos lo han hecho notar, hasta tres días antes, los sectores a los que ambos pertenecen estaban amenazándose públicamente con liquidarse el uno al otro. De pronto, descubrieron dos cosas: que la hostilidad que se tienen es bastante menor al repudio que les tienen a ellos las tres cuartas partes de los peruanos y que este nivel de rechazo puede convertirse pronto en detonante de protestas masivas.
Asustados por eso, han visto que mejor se guarecen del repudio popular, postergan la bronca entre ellos y hasta se prometen respeto y comprensión en nombre del interés popular. El propio premier Aníbal Torres, quien el día anterior lucía como el amenazante aliado de Vladimir Cerrón, se sumó a la actuación diciendo “aquí no pasa nada, todo está superado”. Todo esto hace que nadie crea en la veracidad de esta “tregua”.
Lo que sí nos deja esta “tregua” es un buen material para un sainete que, como se sabe, es un género teatral menor, simple, jocoso, y de corta duración, para hacer reír a los espectadores y bajarles la tensión en el intermedio o al final de una obra dramática. Y eso es lo que nos están poniendo en escena.
¿Cuál es el objetivo de la “tregua”?
No hay indicios serios de que el objetivo de esta tenga mucho que ver con el interés general de los peruanos. Lo que tenemos es a dos facciones debilitadas por el rechazo popular que apelan a esta “tregua” para recomponerse y continuar en lo que han venido haciendo. La que controla el Ejecutivo, usar los recursos del Estado para repartirlo entre sus facciones y quienes lo apoyan, sin más objetivos ni programa que ese. El que controla el Legislativo, hacer lo mismo en su campo, pero además producir normas legales o constitucionales para aumentar el poder del Congreso y prevalecer en su pugna con el gobierno.
¿Son viables esta “tregua” y sus objetivos?
Si la viabilidad de esta “tregua” impostada dependiera exclusivamente de los dos sectores antagonistas y si estos dos sectores tuvieran control de su propio campo quizás les funcionaría, pero también depende de la reacción que podría provenir de la ciudadanía y de las fisuras que hay dentro de cada sector,
En el Ejecutivo, Pedro Castillo y los cerronistas han continuado hasta estos últimos días haciendo nombramientos escandalosos. Los que ya han hecho, continúan ocasionado deserciones de personal calificado en sectores claves del Estado. Por esto, es muy difícil que la reacción adversa de la gente cambie.
A su vez, la mayoría opositora en el Congreso, no solo no ha revertido normas y decisiones que favorecen la mala calidad de la educación o del transporte, sino tiene otros proyectos en similar sentido. Esto también incidirá en la consolidación del rechazo ciudadano al Poder Legislativo y su presidenta.
Por otro lado, frente al permanente desgaste del Ejecutivo, para la mayoría del Congreso será imposible mantenerse impávida y buscará aprovecharlo, más temprano que tarde, para atacarlo nuevamente.
Recíprocamente, como la mayoría del Congreso no va a revertir los proyectos que le han restado o le van a seguir restando atribuciones al Ejecutivo, al gobierno también le resultará imposible mantener la “tregua” y optará por dejarla de lado. Las fisuras que dificultan la “tregua” en cada campo
Como es muy conocido, la mayoría opositora del Congreso tiene grandes fisuras en su interior. Es muy posible que las tres bancadas de extrema derecha, en su mayor parte, continúen con su obsesión de destituir a Pedro Castillo y de negar la confianza al gabinete de Aníbal Torres.
A su vez, también es muy posible que el sector de la derecha pragmática que vino concediendo la confianza a los gabinetes anteriores, vuelva a otorgarla otra vez, sobre todo si se produce la destitución de uno de los ministros cuestionados.
Además de estas diferencias entre las bancadas opositoras, también hay fisuras dentro de algunas bancadas. La más notoria es la que separa al ala de derecha y del ala centrista de Acción Popular. Esta última se avendría a otorgar la confianza al gabinete y desistir de la vacancia. La otra, no tanto. Diferencias similares existen también en las bancadas de Alianza para el Progreso o Podemos.
Entre las bancadas oficialistas también hay diferencias internas. Algunos de los congresistas oficialistas no desistirán de las acusaciones constitucionales que presentaron contra la presidenta del Congreso y otros colegas que participaron de la reunión en un hotel miraflorino para ver la vacancia de Castillo. Otros son más contemporizadores.
Por todo esto, la continuación, o incluso el aumento del rechazo ciudadano y popular a ambos polos de la pretendida “tregua” hará muy difícil que esta cumpla los objetivos de quienes la suscriben de continuar manejando como lo han hecho hasta ahora al Ejecutivo, unos, y al Legislativo, los otros. La necesidad de atenuar ese rechazo, y su propio desgaste, tratando de aprovechar el del otro para atacarlo, así como las diferencias internas dentro de cada uno de esos polos, hará difícil la duración de la “tregua”.
Las otras complicaciones del contexto
Hay otras situaciones del contexto que pueden ser problemas adicionales para la “tregua”, en particular las que pueden debilitar aún más al gobierno de Pedro Castillo, y por tanto estimular a que la oposición en el Congreso desista de ella y opte por radicalizar nuevamente su enfrentamiento.
Las diversas investigaciones fiscales que afectan a personajes cercanos a Pedro Castillo pueden producir revelaciones que reboten contra él. Las propuestas improvisadas respecto a la inseguridad ciudadana, y la muy débil respuesta del Ejecutivo frente al caso de Repsol y el derrame de petróleo pueden acentuar la idea de su incapacidad para gobernar. Los ministros inconvenientes para sectores como Salud, Transportes, Energía y Minas, Justicia, Cultura u otros pueden generar fallas clamorosas que generen nuevos escándalos o incluso una nueva crisis de gabinete en pocos meses.
Mirando este contexto, uno se explica por qué la presidenta del Congreso difiere hasta el ocho de marzo la presentación del gabinete y Pedro Castillo quiere que sea cuanto antes. Y es que hay treguas que, como los plazos, también pueden ser traicioneras.