Opinión

Un fascista toca a la puerta

Por Carlos Reyna

Sociólogo

Un fascista toca a la puertaAndina

Dice Rafael López Aliaga, cuyo compromiso con Dios lo ha llevado a postular a la presidencia y también al celibato, que sus momentos más felices y placenteros ocurren todos los días, cuando comulga. Y siente la misma presencia de Dios dentro de su cuerpo, lo cual le ocurre “mientras me dura la digestión”.

Algo burda y poco indiscreta la descripción del momento eucarístico de este candidato, pero así es él. Si las cosas que dice y hace solo tuvieran que ver con sus asuntos privados, quizás solo deberían mover a risa. El punto es que postula a primer mandatario de esta nación, que se encuentra en uno de los momentos más volátiles de su historia, y justo por eso tiene algo de chance.

Su principal arma

Una de las cosas que hace de manera sistemática, para avanzar en la carrera electoral, es mentir desmesuradamente para sacar provecho de la frustración y rechazo que la política, sus instituciones y casi todos los políticos, suscitan entre la mayor parte de los electores.

La principal de sus mentiras es meter a todos los demás políticos y a casi todas las instituciones en un mismo saco de corruptos e intrigantes. Todos querrían seguir conspirando y apropiándose del Estado para enriquecerse a costa del hambre y la enfermedad del pueblo y el atraso del país. A las dos únicas instituciones que no menciona, astutamente, son a las fuerzas policiales y a las fuerzas armadas.

En esa bola de corruptos y enriquecidos junta a todos los otros políticos, desde los fujimoristas hasta las formaciones de izquierda, pasando por acciopopulistas, y morados. También a los cinco últimos presidentes, incluyendo a Vizcarra y al actual Presidente Sagasti. A estos dos últimos denomina genocidas, por no haber accedido a que los privados vendan las vacunas, y pide cadena perpetua para el primero y destitución en el día, para el segundo. A quienes no menciona es a dos de los partidos más penetrados por la corrupción: Podemos y UPP.

También coloca en el mismo saco a muchas instituciones. Al Ejecutivo, al Poder Judicial, Ministerio Público, a la CONFIEP (a la que llama porquería), a los organismos electorales, sobre todo al Jurado Nacional de Elecciones. También a El Comercio, por monopolista de la información; al Grupo Gloria, por monopolista de la leche; al monopolio de las farmacias (pero no llama por su nombre a Interbank). Y todos estos, políticos, poderes del Estado, instituciones y empresas estarían articulados y sometidos a Odebrecht.

El abogado y el general de Lopez Aliaga

Simultáneamente, a la vez que construye tramposamente a esa amalgama supuestamente manejada por Odebrecht, López Aliaga no tiene ningún pudor en contratar, como su defensor, a un abogado aprista que también ha sido defensor de grupos implicados en narcotráfico y en otros graves delitos. ¡Y por si fuera poco también está implicado en el Caso Odebrecht!

Tampoco le importa proponer como sucesor de Francisco Sagasti, para hoy mismo, a un congresista, general en retiro, que se juntó con bancadas turbias para poner en el gobierno al congresista Merino y estuvo investigado en casos serios de corrupción en el Ejército. Menos todavía le importa recordar que la fuente de su fortuna es el monopolio de trenes y via férrea del que disfruta su empresa sobre la principal ruta turística del país. ¿Desde cuándo? Desde que se lo concedió el corrupto gobierno de Alberto Fujimori.

Otras de sus mentiras son propias de una mente que está, o perturbada por teorías conspirativas de lo más extravagantes, o convencida de que así sean mentiras pueden arraigar en una parte significativa de peruanos que desconfía irreversiblemente de la política en general.

Así, además de la mentira de Odebrecht controlando a todos los poderes del Estado, está la otra de una red internacional caviar y marxista interesada en homosexualizar a los niños, establecer la despenalización del aborto y en manipular a una señora para que demande la eutanasia.

Un programa opaco y otro alucinado

Eso es el plan formal de gobierno del partido de López Aliaga. Solo es una larga tabla de filas y columnas, de unas 26 páginas, con muchos lugares comunes y sin mayor originalidad. No tiene nada destacable ni para bien ni para mal. De hecho es un documento elaborado solo para cumplir y poner en la web del JNE.

Pero a este documento se suma otro, del cual solo hay un video en las redes. Se trata de 35 medidas para los 100 primeros días. Parte de ellas hechas para impresionar demagógicamente a los electores con el sueño del Perú como potencia mundial. Aquí están desde la promesa del traslado de la capital y todos los ministerios al distrito de Junín, hasta la construcción de hospitales solidarios en todos los distritos, pasando por un tren a lo largo de toda la costa, autopistas de cuatro carriles Lima – Cusco y Lima – Pucallpa, 20 aeropuertos internacionales, irrigaciones en todos los valles, conversión de Perú en potencia mundial forestal y la conformación de una flota de marina mercante nacional privada.

A esto se añade la reducción del Estado, pasando de 19 ministerios a 11; absurda desaparición del MIDIS, MIMP, Ambiente y Cultura; fusiones muy extrañas de otros Ministerios; disolución de todos los programas sociales y reemplazo por voluntarios de secundaria y universidades; postas médicas en todo el país con ivermectina y vacunas masivas.

Otros anuncios aluden a la confiscación de propiedades y multa de 20 mil millones de dólares a Odebrecht, cadena perpetua a corruptos de los tres niveles gobierno y poderes del Estado, prohibición a las AFPs de invertir en el extranjero y una serie de medidas demagógicas para captar votos de agricultores, pequeños mineros, pequeñas empresas deudoras de los bancos, desempleados y habitantes de distritos pequeños o de zonas sin agua ni desagüe.

A todo esto hay que añadirle cosas que López Aliaga ha manifestado a los medios aunque no están en sus programas. Por ejemplo aquello de “toda la doctrina de género, evidentemente, va a ser exterminada”.

¿Qué hay en este personaje?

Desbrozando toda la carga demagógica de estos anuncios “programáticos”, se encuentran varias cosas. Primero, no encarna otra derecha más, ni pretende ser un aliado de las otras derechas ni representarlas. Pretende desplazar a las otras derechas y convertirse en la única representación de la parte reaccionaria del electorado peruano.

Segundo, para ello, manipula la aspiración de dejar de ser un país relegado, la ilusión de ser una potencia mundial para compensar siglos de inferioridad. En esa dirección ofrece de todo, y algo le está funcionando, así parezca inviable apenas se analiza un poquito. Una suerte de populismo nacionalista de derecha.

Tercero, en esa ruta, este personaje luce un sentido de omnipotencia alucinatoria, ya sea porque ofrece cosas prácticamente sin medida ni clemencia, o porque asume que puede mentir e igual lo seguirán sus fieles.

Cuarto, posee un nivel de intolerancia y egolatría descomunal, aún más pronunciados que otro líder político, que ya los tenía en alto grado. Eso le hace reaccionar con violencia verbal a quien le cuestione sus ideas o sus dichos. Esa violencia verbal será más filuda si quien lo incomoda es una mujer o un joven.

Quinto, sumemos a esto lo ya mencionado sobre su tendencia a la mentira sistemática y desmesurada, y su mentalidad conspirativa que le hace ver una gran intriga de caviares y corruptos detrás de cada tropiezo o de cada cuestionamiento que se le haga.

Sexto, tomemos nota de su afinidad con corrientes religiosas intolerantes y autoritarias, ya sean católicas o evangélicas, y su buena onda con personajes también autoritarios de las fuerzas armadas o policiales.

Séptimo, consideremos que su profunda aversión a los llamados caviares, es porque los identifica como portadores de una grave amenaza cultural, externa además, a lo que él considera como el orden y las jerarquías económicas, religiosas y militares que hay que mantener en el Perú.

Sumemos todo eso y tendremos ante nosotros la encarnación nacional de una especie de líder que ya floreciera en el mundo deprimido y violento de los años 30 del siglo pasado, y que ha vuelto a aparecer en esta época también oscura, violenta y aún más incierta: un fascista al que hay que tomar en serio y no regalarle ningún espacio antes que sea demasiado tarde.