Opinión

"Un lugar bajo el sol" de Alberto Chavarría

Por Jhonatan L. Salazar Fernández

Sociólogo

"Un lugar bajo el sol" de Alberto ChavarríaFoto: Facebook Huancayo Antiguo

Conocí al profesor Alberto Chavarría Muñoz en la Universidad Nacional del Centro del Perú, el año 2008. Él dictando catedra en la facultad de Educación (especialidad de literatura), yo estudiante de Sociología. Ambas facultades ubicadas, en aquel tiempo, en el pabellón B, lo que nos permitía cierta cercanía, aunque dudo que él recuerde algo por su agotadora agenda.

Con el transcurrir de los años pude acercarme a su creación literaria y valorar su capacidad intelectual en muchas conversaciones sobre diversas temáticas, donde un buen diálogo siempre se convierte en un proceso constante de aprendizaje, tan enraizada en su formación de educador.

Un lugar bajo el sol, su última novela, editada por la editorial “El Tábano Sucio” y publicada en junio de 2022 en la ciudad de Huancayo, es un trabajo ambicioso de novela histórica que presenta el desenlace de un misterioso caso con la distancia de casi un siglo de ocurrido. En una de las partes, en 1923, llega a la ciudad de Huancayo el arqueólogo norteamericano Keynes Harrison, por recomendación del Dr. Julio C. Tello, quien le indica que el Dr. Federico Gálvez Durand, como investigador del pasado y autoridad de la ciudad de Huancayo, es una voz reconocida sobre la historia de la región y que contribuirá en ahondar su investigación sobre los tesoros escondidos de Catalina Wanka. La intención del norteamericano era conocer, con mayor profundidad, la vida de los antiguos wankas, sus historias escondidas, sus ritos, mirar su alma y saber cómo se establece su relación con sus restos arqueológicos. Sin embargo, eso no es creído por un laya wanka, que percibe otra intención, y lo sacrifica en un ritual andino.

En la otra parte de la novela, en la misma ciudad, el año 2016, por pedido de los familiares y órdenes superiores, la capitana Gabriela Luna de la Policía Nacional del Perú, retoma el caso, varias décadas después, sobre la misteriosa desaparición del arqueólogo. Ella realiza una sesuda investigación de los hechos ocurridos, vinculándose con algunos familiares de las personas involucradas de aquellos años a través de conversaciones, y también mediante entrevistas a reconocidos intelectuales sobre la arqueología, antropología e historia local y nacional. Tal es así que, en sus veintiséis capítulos y más de 200 páginas, la novela recompone el rompecabezas del misterio de su desaparición y señala el posible lugar donde se encuentran los restos del gringo.

La intención de conocer las fuentes que permitan llegar a los tesoros de Catalina Wanka es la madeja que alumbra el misterio y oculta la verdad. En la versión de los Layas indígenas o chamanes locales, Catalina Wanka estaría enterrada junto a sus riquezas. Completa la versión que, antes de su muerte, repartió sus extensos terrenos a los ayllus que ahora funcionan como comunidades campesinas, y ordenando que el secreto de la ubicación de sus riquezas sea resguardado bajo todas las formas posibles.

Esta información ha generado que distintas personas hurguen (huaqueen) en diversos sitios arqueológicos del Valle del Mantaro con resultados dispares. El lugar donde se ocultan estos tesoros es, quizá, el secreto mejor guardado, respetando al Dios Wallallo Carhuincho, por los Layas indígenas que, de manera intergeneracional, asumen la determinación de no revelarlo y que la custodian celosamente en el tiempo.

Para ellos, que cargan la sabiduría ancestral o ecología de saberes, el choque de civilizaciones o la invasión violenta, a la que fueron sometidos de parte de los extranjeros no debe persistir, por lo que tienen la obligación moral de defender bajo criterios ideológicos sus originales formas de vida, sus recursos y sus riquezas, tal como sucedió con el Taki Ongoy, una forma compleja de organización para su defensa y ataque.

Además, en la novela, se pueden conocer hechos resaltantes de la cultura de los pueblos de Huancayo como la feria semanal del siglo XX, la cual ostenta vistosidad y vitalidad, similar a una fiesta y no tanto a un simple mercado comercial, donde se expenden bienes comestibles, ropas, granos, hierbas y, en buena medida, licores y coca para las actividades agrícolas, ganaderas y mineras.

La feria es la representación de un espacio múltiple en el que convienen transacciones comerciales en medio de gustos y afectos que ha perdurado hasta nuestros días. El modo de traslado de los productos se basaba en la fuerza y resistencia de las llamas, asnos y caballos, así como el “quipe” sobre la espalda o la alforja sobre el hombro del que vende o compra. Los que contaban con cierta economía utilizaban para su traslado el tren de carga y viaje del FF.CC. Perú. Peruvian Corporation Ltd. de la empresa Cerro de Pasco Cooper Corporation. Llegaban a la ciudad por los diferentes caminos de acceso, de caminatas cansadas de varios días, dejando a sus animales en diversos corrales en la periferia, al centro de Huancayo o sectores estratégicos que les permitía el descanso y alimentación para luego retornar a sus lugares de origen o trasladarse a otros destinos de comercio.

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El libro presenta un recorrido, en tiempo pasado y presente, por diversos sitios del Valle del Mantaro: Paca en Jauja, San Jerónimo de Tunán, Ocopilla, Huayucachi, Cerrito de La Libertad, el Centro de Huancayo, lugar de estacionamiento del tren, entre otros que con el pasar de los años ya no conservan la geografía inicial o el nombre primigenio. El desarrollo de una ciudad es producto del proceso cíclico del avance que generan sus autoridades, bajo la crispación o consentimiento de la población. Tal es así que, en palabras del mismo autor, Huancayo pasó de ser un pueblo de indios a ser la “Ciudad Incontrastable” y ahora se consolida como una metrópoli masiva y posmoderna. Aquí, el desarrollo de la cultura se direcciona, por una parte, a la incesante labor intelectual de sus moradores, vinculado a la publicación de libros y revistas, y al desarrollo de numerosos encuentros académicos y literarios, posicionando a Huancayo como faro del conocimiento en la región central. Por ello, la ciencia, la educación y cultura son vitales para la formación de una nueva civilización.

En suma, con la publicación de esta obra, Alberto Chavarría desentraña la oculta vinculación existente entre la historia y la arqueología con el desenlace literario. El libro se presenta en un buen formato que no envidia ediciones de este género que se elaboran en la capital peruana, así como la exquisitez de la trama por su fácil lectura.

Desde mi formación sociológica, el libro deja la miel en los labios por una mayor dedicación en conocer nuestro pasado histórico; a su vez que servirá como provocación para ascendentes creaciones literarias e investigaciones desde las Ciencias Sociales.