Una estrategia de guerra
Sociólogo
En esta segunda vuelta, Keiko Fujimori, sus asesores políticos y sus ocasionales aliados de la derecha política, están llevando a cabo una estrategia de confrontación, como si se tratara de ganar una guerra. Porque, en efecto, así la han definido: la segunda vuelta es una guerra que deben ganar de todas maneras. Lo asumen como si se tratara de liquidar al rival, someter a los neutrales, indecisos, vacilantes, cobardes y todas las lindezas que vienen propalando los corifeos de Keiko. Soldadesca para enfrentar esa guerra la tiene, y de sobra, aunque bastante indisciplinada, claro está.
Keiko Fujimori piensa que estando ya en el campo de batalla de la segunda vuelta, no debe haber vacilación. No busca persuadir a los electores y ganarlos con propuestas positivas. No, eso ni se lo imagina. Lo que está haciendo es infundirles miedo, pánico; piensa que así va a captar votos.
Ni por asomo se le ocurre dirigirse al elector de izquierda y centro izquierda porque ya los definió como los enemigos a derrotar. Por ningún motivo se le ocurre dirigirse a la sociedad civil organizada: colectivos sociales, ambientales, feministas – en verdad no tiene nada que decirles -. Ya parece haber abandonado definitivamente las electores del sur y el centro del país porque los considera chavistas – comunistas – terroristas.
Tampoco tiene asesores políticos que puedan hacerle pensar que una campaña política electoral no es ninguna guerra. Los que tiene (o los que se le han acercado) por el contrario llevan en su vena la confrontación y no el consenso; no buscan aliados sino convencidos de la candidatura de Fuerza Popular. Veamos a sus principales lugartenientes: Rospigliosi tiene un odio tan acerado contra la izquierda o todo lo que se parezca (los llama caviares) que ni intentará acercase a ellos, siquiera para proponerles algún tema de entendimiento; Patricia Juárez, su candidata a vicepresidenta, solo tiene palabras de desprecio a sus oponentes, y tiene además la práctica de haber sido la Teniente Alcaldesa de Luis Castañeda en la que hizo gala de un sectarismo alucinado contra todos los que consideraba enemigos. De Luis Galarreta, (su primer vicepresidente) ya lo conocemos, no puede moderar ni su cara ni su lenguaje porque inmediatamente busca acusar de “mermeleros” a quienes lo critican. Ni que decir a la prensa que la asesora y defiende: Willax – Beto Ortiz – Butters…
Ni un mínimo de moderación encuentro en Keiko y los fujimoristas. El problema es que al considerar que estamos en una guerra, ya los ex militares termocéfalos vienen tocando la puerta de los cuarteles para hacer un golpe militar antes de la segunda vuelta; otros amenazan afirmando que un eventual triunfo de Pedro Castillo llevará al país a un golpe militar para impedir que sea gobierno. No lo dice un fujimorista trasnochado. No, lo dice nada menos que Mario Vargas Llosa en entrevista con RPP: “no se puede descartar que haya un golpe militar”, y agrega: “probablemente sea un golpe de derecha, eso nos hundiría otra vez en una dictadura militar que vaya usted a saber cuántos años duraría”, concluye.
Entonces, en esta circunstancia, me pregunto: ¿quién amenaza a la incipiente democracia peruana?, ¿quién no respeta la voluntad del pueblo y su derecho a elegir al gobernante que quiere?