El Congreso no es un lugar seguro para nosotras
Abogada y escritora cusqueña
El Congreso de la República no es un lugar seguro para las mujeres. Parece que una de las instituciones más importantes para el país ha sido tomada por adefesios, corruptos, impresentables y hasta violadores. El Congreso ahora convertido en un antro, en el que cualquier patán puede abusar de su posición de “padre de la patria” para libar alcohol y cometer ilícitos a vista y paciencia de sus colegas, está más desprestigiado que nunca.
El patán del que estoy hablando es el congresista Freddy Díaz, que tras haber estado desaparecido, ha negado los hechos de los que le acusa su excolaboradora. Este “flamante” congresista (que en teoría debiera velar por el bienestar de cada ciudadano del Perú), habría abusado sexualmente de una funcionaria durante una supuesta celebración en las instalaciones del Congreso.
Lo que llama la atención es que no se estén agilizando las investigaciones en la Comisión de Ética del Congreso y que, al parecer, el informe llegaría en aproximadamente un mes: Hasta esa fecha el acusado congresista seguiría “representando” a todos los peruanos.
El problema que se destapa, a raíz del escándalo, es que nosotras, las mujeres, seguimos cargando en nuestras espaldas el peso de una cultura machista, que responsabiliza a la mujer cuando es violada, abusada, maltratada. Es así que se viene normalizando los comportamientos violentos de los varones, incluso si estos, por desgracia, son autoridades. Un claro ejemplo son las desafortunadas declaraciones del congresista Wilmar Elera que pareciera hasta justificar el acto tras haber insinuado durante su entrevista en un medio que la violación es predecible si una mujer trabaja rodeada de hombres, lo que en pleno siglo XXI es inconcebible.
Desde la sociedad civil, exigimos la inhabilitación del congresista Freddy Díaz y que, se sancione con mayor rigidez a los agresores, delincuentes, violadores y demás mamarrachos que tenemos de representantes.