Opinión

Yauyos: La historia no contada del 28 y 29 de julio de 1821

Por Jhonatan L. Salazar Fernández

Sociólogo

Yauyos: La historia no contada  del 28 y 29 de julio de 1821Foto: Municipalidad de Yauyos

En buena parte de la historiografía nacional, se considera el 28 y 29 de Julio de 1821 como las fechas cumbre de la independencia del Perú celebradas en Lima con la presencia del General Don José de San Martín; condicionando de este modo, que un acontecimiento de tanto registro histórico se reduzca a un par de días. Sin embargo, la otra historia de lo sucedido en estos dos días también merece considerarse.

En numerosas investigaciones, se indica que el 28 de julio en la ciudad de Lima hubo repique general, destrucción del busto y armas del rey y de la lápida de la Constitución en la plaza. Abundaron las poesías y canciones patrióticas, medallas conmemorativas, repiques, exhibición de cintas, escarapelas y banderas nacionales y argentinas. A las 10 de la mañana salió San Martín del Palacio acompañado del gobernador de la ciudad, marqués de Montemira y del Estado Mayor, escoltado por una comitiva formada por la Universidad con sus cuatro colegios, prelados religiosos, jefes militares, todos a caballos ricamente enjaezados, custodiados por un vasto ejército. San Martín se apeó en los tablados especiales, agitó el pabellón varias veces y dijo las inmortales palabras sobre la libertad del Perú. La escena se repitió en las demás plazas. Por la noche hubo fuegos, baile y música en el Ayuntamiento. Al día siguiente, fue la misa de gracia en la Catedral y en la noche otro sarao y banquete (Basadre, 1947: 149-150).

Mientras esto sucedía en Lima. En los Andes de la sierra limeña, en la ruta de salida del virrey José de La Serna -desde el 6 de julio- al Valle del Mantaro en dirección al Cusco, y protegido por su ejército realista, atravesaba diversos pueblos de la agreste geografía de la provincia de Yauyos, generando infortunios en su paso.

Después de más de 20 días de avance, enfrentando en diversos puntos la arremetida de las partidas de guerrillas de los pueblos de Yauyos, el 28 de julio el ejército realista ingresa al pueblo de Carania, rompen los cerrojos y las puertas de las casas para acopiar comida por el hambre que cargaban, matando con disparos a 3 varones y tomando prisioneras a 4 mujeres de avanzada edad que impedían tal comportamiento. El resto de la población se había trasladado a las partes altas y alejadas del lugar como parte de la táctica de "tierra arrasada”, generando la furia de los realistas, que antes de su retirada prenden fuego aproximadamente a 20 viviendas, siendo fácilmente consumidas por ser el “hichu” del campo el material usado para sus techos.

Al continuar su trayecto, el 29 de julio el virrey ingresa al pueblo de Piños, exigiendo la atención de la población, y al no encontrar a nadie, sus tropas cometen disturbios materiales en la localidad. El líder de la partida de guerrillas Juan Evangelista Vivas indica que, advertidos los pobladores del avance de los realistas a su pueblo, fueron ellos mismos quienes antes de escapar con sus familias a las partes alejadas quemaron algunas casas, manifestando de ese modo el odio mortal con que miraban (a los españoles) que defendian la causa contraria a la de ellos.(Nueva CDIP. Tomo 2. pp. 31–33). A la salida del ejército de esta localidad se provocó el incendio de las viviendas restantes.

Las condiciones en la que avanzaba la escuadra realista, presentaba diversos malestares, en salud e higiene, cansancio y sueño, con aspectos logísticos precarios para una adecuada alimentación en cada tramo de descanso; motivo por el cual, a cada pueblo que llegaban antes de ir por las cosas de valor que encontraban, buscaban primero en las cocinas de todas las casas y en los lugares impensados algo de comida para saciar el apetito, además de ciertos bienes que les sirvieran para continuar la ruta. Las injurias a la vida de las personas y a los bienes materiales de la población, fue producto de la desobediencia al segundo manifiesto que el virrey La Serna dirigió a los indios del bajo Perú, indicando que los pobladores "tienen la obligación de suministrar víveres y auxilios a sus tropas, pero si se acrecientan en su negativa, se generará graves crímenes y ruina sobre sus haberes". Para aquel momento, buena parte de la población de Yauyos se había afirmado en contribuir a la independencia de sus localidades y en cierto modo del Perú.

Mientras que en Lima, entre el 28 y 29 de julio se contagiaba el regocijo de ingresar a la capital; en los pueblos de Carania y Piños de la provincia de Yauyos, los pobladores continuaban resistiendo, dando batalla y hostigando a los realistas, agrupados en partidas de guerrillas, entregando en muchos casos sus vidas y recursos por la causa libertaria que la mayoría defendía. Considerable número de personas quedaron en la orfandad, debilitados en sus recursos (materiales y animales), con reducidas posibilidades de resiliencia.

En estos años de conmemoración del bicentenario, las actividades de fiestas patrias, debe ser también la ocasión para impulsar mayores investigaciones sobre la participación de los pueblos del Perú profundo, generar el pendiente proceso de inclusión socio histórico y tener un panorama más amplio de nuestra historia independentista, a fin de generar un proceso de recuperación histórica de los hechos ocultos, creando espacios de diálogos y debates tan necesarios en estos tiempos.

En palabras del historiador Rolando Rojas (2021), la historia local “desde abajo” es también la historia nacional, y esta a su vez es más compleja de lo que tradicionalmente nos relata la historiografía centrada en Lima, en donde pobladores y líderes locales tuvieron una activa participación.